Uno a veces no sabe que hay miles de personas pasando por lo mismo, que cada día hay miles de hombres y mujeres que se atreven a dar el paso y mostrarse libremente como son y que no tienen que ocultarse ante la sociedad ni ante su círculo más cercano. Muchas veces quién fabrica los barrotes y las cárceles somos nosotros mismos por miedo al momento de después. Esa es mi situación al menos.
Muchas veces leo noticias o blogs de personas que deciden vivir libremente su condición sexual en países o ambientes dónde, a priori, el entorno es mucho más hostil y me veo como un verdadero cobarde, vivo entre dos sociedades que han avanzado muchísimo en la aceptación del otro en el ámbito sexual, mi vida no corre peligro si decido expresarme libremente como soy, y seguramente mi entorno más cercano no me rechazaría. Pero aun así, aquí ando medio escondido, siempre inventando excusas ante preguntas sobre si tienes novia, o si te gusta alguien, siempre desviando la conversación intentando que no se note.
Hace casi un año, alguien me saco de lo oscuro, de la falsa seguridad de estar detrás de esos barrotes invisibles, alguien a la que siempre le estaré agradecido. La espinita que se me queda clavada es que fue ella quién me tuvo que sacar, volví a no tener el valor de ser yo quién se lo dijera. Pero ese primer paso obligado me ha conducido a empezar a ser yo quien tome la iniciativa, a que empiece de verdad a querer vivir mi vida plenamente.
Todavía queda, y pasos de los más difíciles, familia, amigos, quizás esos pasos sean los más fáciles....
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